No muchos leoneses conocen que Alfonso XII (hijo de Isabel II y Francisco de Asís, nacido el 28 de Noviembre de 1857) estuvo de visita por León en el año 1877.
Fue un 12 de Julio de 1877 y contrario a lo que se podía pensar, el Rey llegó en tren. Campechano, agradable y con una gran serenidad cautivó al pueblo de León nada más llegar a la estación de tren. Sus intensos ojos azules hicieron suspirar a más de una fémina leonesa que esperaba para verle de cerca.
Desde la estación, punto de partida de su intensa visita a León, partió hacia la Catedral, rodeado de su séquito. Allí le esperaba el por entonces Obispo de León, don Saturnino Fernández de Castro. Tuvo lugar el solemne «Te Deum«, ocupando el monarca la silla preferencial del coro, a título de canónigo mayor, que le correspondía como Rey de España que era.
Posteriormente a esta recepción, y dado lo agotador del viaje, se retiró al Palacio Episcopal, al lado de la Catedral, donde tenía su alojamiento, para descansar.
Una vez tomado este descanso, por la noche, le ofrecieron una representación especial en el Teatro Principal de la ciudad, donde ocupó el palco de honor acompañado por las autoridades de la ciudad.
Al día siguiente, viernes 13 de Julio, comenzó un recorrido histórico por los lugares más emblemáticos de León: San Isidoro y su Panteón Románico, el Palacio de los Guzmanes, el Palacio del Conde Luna y posteriormente, como era una costumbre de la época, visitó los establecimientos de beneficencia de la ciudad.
Después de la comida, le tenían preparada una entrega de premios, en la llamada Casa de la Puridad. Eran los premios de la Exposición Regional Leonesa, que se había celebrado el año anterior 1876.
Una vez finalizado este acto de entrega de premios (medallas de plata como «premio al mérito»), continuó su recorrido turístico visitando la joya del plateresco de León: San Marcos. Cuentan que le causó una gran impresión.
Luego visitó los talleres del ferrocarril y todas sus dependencias, pues sabido es que era un gran amante de los trenes.
Posteriormente, recibió un baño de multitudes paseando por las calles de León, entre ovaciones y aplausos; paseó por los Jardines de San Francisco, por la Plaza del Mercado (Plaza de Nuestra Señora del Mercado), la Plaza de Don Gutierre y otras calles del actual casco histórico hasta llegar a la Plaza Mayor. El monarca se quedó prendado tanto con la acogida de los leoneses como por la belleza de la ciudad.
Como despedida en esta su última noche en León, desde el balcón principal del Palacio de los Guzmanes, contempló la espléndida quema de fuegos artificiales en su honor.
Antes de partir al día siguiente, no quiso dejar de visitar la Virgen del Camino, para pasar unos minutos con la Virgen y continuar su camino hacia Oviedo.
El 25 de Noviembre de 1885, fallecía este monarca a la temprana edad de 27 años.